Uno de los género más diferenciados dentro de los videojuegos, es la estrategia. Sin duda, los videojuegos de estrategia acumulan muchos seguidores, ya sea por su estilo de juego totalmente separado de la acción, o por las largas horas de juego que ofrece. ¿Pero que hay de los videojuegos de gestión? ¿Se pueden considerar videojuegos de estrategia? ¿Son realmente divertidos, o solo adictivos?
Economía, temática y gestión
Por muy extraño que suene, la economía virtual se ha convertido en un pilar con gran importancia, si no fundamental, en la mayoría de juegos para un jugador, y muchos títulos online. ¿Quieres una nueva armadura para Kassandra en Assassin’s Creed Odyssey? Son 2000 monedas. ¿Quieres desbloquear un agente en Rainbow Six Siege? Son 25000 créditos. De alguna forma, es habitual conseguir dinero virtual para progresar en la mayoría de juegos. Y claro, también es vital saber gestionarlo y no gastarlo todo en accesorios y skins, por muy bien que le quede ese camuflaje de flores a tu AK-12.
Los videojuegos de gestión llevan la economía mucho más allá, y hacen que todo gire en torno a esta. Así, tendremos que mantener un buen nivel económico en nuestra ciudad, hospital o parque temático. Por supuesto, la temática también tiene gran importancia. El diseño de los entornos dentro del juego, como las atracciones, las habitaciones, o las ciudades en sí, debe ser bueno para que se pueda mantener la economía. Y no queremos atascos en nuestras ciudades, ni atracciones demasiado extremas que den demasiado miedo.
Somos nosotros quienes nos encargamos de mover los hilos de las enormes maquinarías que se presentan en este tipo de juegos, y además, somos nosotros también los que creamos esos grandes sistemas. Al final, el objetivo de los videojuegos de gestión es hacernos sentir como los creadores y directores de una gran orquesta, donde todo lo que ocurre puede ser modificado o cambiado por nosotros.
Videojuegos de gestión, los sandbox definitivos
A todos nos gusta tener poderes ilimitados, al menos sobre una ciudad o parque temático. Podemos ser alcaldes o directores mientras jugamos, y eso significa que no importa si “se nos olvida” terminar las vías de una montaña rusa antes de abrir la atracción, provocando la muerte de varios visitantes inocentes. No importa si inundamos un pueblecito de montaña con aguas fecales “por error”.
Además, si se nos ocurre jugar bien, y no intentamos asesinar a los transeúntes de nuestras instalaciones, podemos encontrar un montón de horas de diversión. No solo se trata de controlar los precios o impuestos, sino que el diseño de entornos es un pilar clave. Excepto si jugamos en dificultades muy altas, estos juegos nos ofrecen tranquilidad y diversión por partes iguales. Aunque no lo parezca, diseñar el alcantarillado de una ciudad sin tener ni idea de urbanismo, es una experiencia bastante satisfactoria.
No podemos negar que nos hemos pasado más de una tarde intentando crear el mejor hospital del mundo. Y aunque muchas veces hagamos algo mal y toda la partida se vaya al traste, las horas que hemos pasado disfrutando no nos las puede quitar nadie. Puede que no hayan sido horas de juego muy intensas, pero ahora tenemos una ciudad de más de 8 millones de habitantes planificada por nosotros mismos, y pocas personas pueden decir eso.
En contraste con los títulos de acción que dominan casi todo el mercado, los juegos de gestión ofrecen experiencias relajadas, pero no por ello menos gratificantes. Este tipo de juego se puede entender dentro del gran género de la estrategia, aunque a diferencia de la estrategia “tradicional”, aquí no hay batallas, ni conquistas, ni traiciones, solo un jugador creando algo increíble.
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