Luchando contra viento y marea, Windbound consigue mantenerse a flote
Los océanos se rigen por sus propias reglas. Calmadas en días despejados o bravías cuando arrecian fuertes vientos, estas grandes masas de agua salada siempre han despertado la curiosidad humana. Esta es la premisa de Windbound, el nuevo título independiente que llega de la mano de 5 Lives Studios y Deep Silver.
En el papel de Kara tendremos que desentrañar las misteriosas circunstancias que rodean al naufragio de nuestra embarcación. Con la única compañía de un cuchillo tendremos que recolectar materiales, cazar y luchar por sobrevivir. Avanzando por diferentes archipiélagos generados de forma aleatoria, pronto iremos sacando a la luz los secretos que esconde el mundo de Windbound.
¿Qué te llevarías a una isla desierta?
Nuestra aventura comienza al despertar en una pequeña isla, con un cuchillo en nuestro haber, un gran archipiélago que explorar y muchas preguntas sin responder. Pero ante todo, lo fundamental es mantenernos con vida. Así, los primeros pasos consisten en recoger tantos materiales como podamos y aprovisionarnos de cara a la odisea que tenemos por delante.
Una vez explotados los recursos de la isla podremos construir una sencilla embarcación con la que explorar nuevos horizontes. A medida que vayamos avanzando encontraremos nuevos materiales y, en consecuencia, nuestro abanico de posibilidades comenzará a crecer rápidamente, fabricando bolsas que nos permitan ampliar nuestro inventario, nuevas armas o refuerzos para la embarcación.
De esta forma, los primeros compases del videojuego están marcados por una continua sensación de descubrimiento. Los nuevos recursos se traducen en nuevos objetos que craftear y diferentes mejoras que serán necesarias para avanzar con paso firme a través de los diferentes capítulos de la historia. Dichas mejoras serán fundamentales, ya que Windbound introduce mecánicas del género roguelike y la muerte del personaje se traduce en el reinicio total de nuestra aventura, conservando algunos recursos y ciertas habilidades.
Aquí es donde empiezan a aparecer los problemas, y es que las mecánicas del juego no siempre son justas con el jugador. Las primeras veces que perdamos sí tendremos la sensación de que ha sido nuestra culpa, ya que esto forma parte del proceso de aprendizaje en todo videojuego. No gestionar bien nuestros recursos y morir de hambre o subestimar a los monstruos que habitan las islas puede costarnos nuestro progreso. Pero, a medida que aprendemos, es el juego quien se queda atrás.
El aprendiz supera al maestro
El tosco sistema de combate es un claro ejemplo de ello. Desde esquivas mal ejecutadas hasta golpes que no restan vida a nuestros oponentes, el rango de fallas en los enfrentamientos es demasiado elevado y los controles no siempre responden como deberían. Esto produce en el jugador una sensación de frustración, ya que el sistema de combate parece estar a medio cocer. Todo ello nos llevará a evitar determinados enfrentamientos para no perder nuestro progreso.
Aun así, Windbound ofrece una dificultad que, bajo el nombre de “Modo Historia”, nos permite centrarnos en la exploración y en la trama del videojuego. De esta forma, no perderemos nuestro avance en la historia tras cada muerte (aunque sí se vaciarán nuestros bolsillos), permitiendo un desarrollo más cómodo hasta el desenlace final. Lamentablemente, las mecánicas de exploración del título también se desinflan con rapidez.
A pesar de su infinita rejugabilidad, gracias a la generación aleatoria de los diferentes archipiélagos, el juego muestra todas sus cartas demasiado pronto y los incentivos para seguir explorando las diferentes islas son cada vez menores. Llegados a cierto punto, nuestro único objetivo será avanzar lo más rápido posible, dejando de la lado la exploración para realizar las mejoras mínimas en nuestra embarcación y centrarnos en la historia.
Navegando sin límites
De hecho, Windbound destaca más en los momentos en que lleva al jugador de la mano. Entre los diferentes capítulos de la historia pasaremos por diferentes niveles en los que demostrar nuestra maestría con la embarcación que hemos ido construyendo. Dichos niveles, construidos como si fuesen carreras de obstáculos, nos obligarán a sacar el máximo partido de nuestras habilidades como capitanes de barco mientras se nos muestran algunas pistas sobre la trama y nos acompaña una frenética música.
Así, la navegación es el apartado del videojuego más pulido y entretenido. Surcar los mares se convertirá en la actividad que más nos gustará hacer, ya que nos permitirá explorar a gran velocidad y disfrutar de una agradable melodía mientras avanzamos mecidos por el viento. Además, gracias al sistema modular de las embarcaciones podremos crear un barco tan impresionante como nuestros recursos nos permitan. Con un par de mejoras, nuestra embarcación se convertirá en un campamento flotante donde cocinar e incluso almacenar materiales.
La gestión de dichos recursos es fundamental, sobre todo teniendo en cuenta que algunos elementos se degradan. Es decir, no podemos confiarnos tras conseguir una lanza, ya que esta acabará rompiéndose tras un cierto número de uso. Tampoco nos servirá de mucho hacer acopio de comida para no tener que cazar durante un tiempo, ya que la comida pierde sus propiedades curativas con el tiempo e incluso puede pudrirse, lo que nos pondrá en aprietos en más de una ocasión.
Un mundo hermoso pero sin alma
No podemos olvidarnos de mencionar el apartado gráfico de Windbound, que a pesar de ser sencillo y basarse fundamentalmente en texturas sencillas, gracias a una paleta de colores muy bien escogida se crean entornos de gran belleza. Además, existen diversos biomas que aportan variedad y rompen esporádicamente con la monotonía de las diferentes islas. Una vez más, destaca por encima de todo el cuidado que se ha puesto en la recreación del mar.
A consecuencia de lo anterior, el título mantiene un buen desempeño técnico, con algunas caídas de frames que no llegan a ser molestas. Donde sí encontramos problemas es en ciertas animaciones, siendo una frecuente fuente de bugs. El repertorio es amplio, desde enemigos que se quedan flotando en el aire hasta oponentes que salen volando tras ser derrotados. La mayoría de estos fallos nos pueden arrancar una sonrisa, pero otros pueden llevarnos a perder la partida.
Finalmente, el apartado sonoro es espectacular cuando está presente. Durante los primeros compases del juego impera el silencio y, a medida que avanzamos podemos observar que la música acompaña únicamente a los momentos reseñables. Navegaremos al son de un piano, cada enemigo tiene asociada una pieza específica y los puntos clave de la historia también poseen acompañamiento musical. Pero, al ser la música contextual, esos momentos en los que no ocurre “nada” (mientras crafteamos objetos, organizamos el inventario o cocinamos) están imbuidos en el más absoluto silencio.
El que mucho abarca…
En definitiva, Windbound se esfuerza demasiado por abarcar muchos elementos de diferentes géneros. No solo es una aventura, sino que también es exploración, gestión y muerte constante. El título se beneficia de esos momentos en los que no tememos perder el progreso, ya que tras varios reinicios resulta algo tedioso recuperar el avance perdido.
El juego muestra todas sus mecánicas demasiado pronto, quedándose sin nuevos incentivos que nos inciten a seguir jugando. Esto es algo que no debería ocurrir en un título que promete una rejugabilidad infinita. Por eso, Windbound destaca más cuando se centra en uno de sus apartados, cuando deja de intentar abarcar mucho para, por unos momentos, centrarse en crear una buena experiencia para el jugador. Sin duda, estos momentos serían mucho más abundantes si el título hubiese estado un tiempo más en desarrollo.
Con el pulido de ciertos apartados relacionados con el combate o la gestión del inventario, este juego resultaría en una experiencia mucho más agradable. En resumen Windbound es como el oceáno, impredecible y caprichoso a la par que hermoso y misterioso.